Monasterio de “Jesús María” de Valladolid

Avenida Santander, 103, 47011 Valladolid

En una ciudad levítica como era Valladolid, el monasterio de Jesús María fue desde 1582-1583 la segunda fundación de las monjas concepcionistas por iniciativa del sacerdote Alonso de Guevara, clérigo que se distinguió en la defensa de la concepción inmaculada de la Virgen María. La advocación se refería al “misterio del Preservador y la preservada”. Aquellas mujeres se establecieron en la Acera de Recoletos, en el espacio del Campo Grande, junto con otras casas de frailes y monjas. Además de otras donaciones, las concepcionistas se asociaron a las obras asistenciales del sacerdote fundador.

La primera abadesa, procedente del monasterio vallisoletano de la Concepción junto con Inés de Miranda, Ana Jerónima de Munguía y Luisa de Vandera, fue la emprendedora María de Acosta, fundadora también del convento de Porta Coeli de Valladolid -perteneciente después a la regla de Santo Domingo-, y hermana del jesuita catequista José de Acosta.

Aquella comunidad de monjas que Alonso de Guevara pretendía que no sobrepasasen de doce, se multiplicó en las primeras décadas del siglo XVII. Integrado el monasterio en la familia franciscana, muy presente en Valladolid, estuvo especialmente a la sombra del gran convento de San Francisco. Esa dependencia y tutela en lo espiritual y lo temporal se apreciaba en las periódicas visitas que realizaban sus superiores, sobre todo en el momento de la elección de la abadesa.

            El siglo XIX será el de las exclaustraciones y desamortizaciones. Las “doña” pasaron a denominarse “sor”, viéndose sujetas a la autoridad del obispo ante la desaparición de los frailes, contando además con visitas reales. Sin embargo, aquel convento se encontraba situado en una de las zonas de expansión urbana y burguesa de Valladolid. El cardenal Antonio María Cascajares buscó un nuevo emplazamiento para estas concepcionistas. Se trataba del edificio que había sido construido para las salesas aunque éstas ya lo habían abandonado. Tras las reformas, llegaron al nuevo convento de la calle Sanz y Forés las trece monjas y su abadesa en junio de 1894. Antes y después de la guerra civil de 1936 reforzaron a las concepcionistas de Cuéllar y Ayllón. Recibieron en 1933 a las “isabeles” de Medina del Campo que cuatro años antes se había convertido en concepcionistas, y en 2004 a una de las primeras fundaciones de las hijas de santa Beatriz de Silva en Castilla, la casa de Olmedo, el cual a su vez se había hecho depositario de otros conventos franciscanos de la “villa del Caballero” y de Arévalo, localidades que habían pertenecido a la diócesis de Ávila.

Pero las monjas habrían de conocer un tercer emplazamiento ante la expansión de la Facultad de Medicina de Valladolid y la necesidad de construir un nuevo Hospital Clínico, temiendo una expropiación que finalmente llegó. Construyeron un monasterio de nueva planta en la Avenida de Santander, frente al santuario del Carmen Extramuros, en una propiedad vendida por el Real Colegio de Ingleses. Fue bendecido en la primavera de 1973 por el arzobispo Félix Romero Menjíbar. Tres años después, Pablo VI canonizaba a la fundadora de esta orden franciscana, santa Beatriz de Silva. La crisis vocacional ha ido reduciendo la comunidad, a pesar de las incorporaciones de Olmedo, pero también ha abierto otros horizontes que otorgan a la vida contemplativa una dimensión más universal, con vocaciones nacidas en África y fructificadas en Castilla, desde un proyecto futuro de presencia concepcionista en Kenya.